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28 diciembre, 2006

La Probanza

Una vez que el cerdo estaba en canal se le amarraba a una escalera y se le ponía a buen recaudo hasta el día siguiente;en esas horas y a partir de algún momento ya tardío de la década de los cincuenta aparecía el cobrador;solía ser o más bien era el cartero;se llevaba un trozo de hígado para su análisis y dar el visto bueno al consumo del presunto y sus derivados;se descartaba al menos la triquinosis y quizás otros parásitos en el laboratorio de la farmacia de la zona.No habrá posiblemente registros del peso del gocho en canal;se utilizaba una romana para ello;ésta era una balanza de brazos desproporcionadísimos;el más largo era el fiel donde corría siempre el mismo peso de ranura en ranura que podían indicar libras,arrobas o kilos;un buen peso era en torno a las 9 arrobas(@);cada arroba equivale a 11,502 kilos;poco más o menos unos 100 kilos era un tamaño bien logrado;años más tarde los cerdos de cebo en canal vienen a pesar 240 hilos,unos 120 cada canal lo que dificulta en sumo su manejo a los carniceros.El punto de corte de ambos brazos tenía gancho hacia arriba para sujetarse en sitios bien fornidos y los ganchos de abajo para sujetar al objeto a pesar,en este caso un cerdo en canal.
Empezada la partición se iniciaba con prontitud el reparto vecinal de una cesta con distintas piezas;evidentemente el reparto no era caritativo,hoy por tí y mañana por mí;es de suponer que se llevarían mejores cestas los más ligados afectivamente a la familia.Como era inusual que más de una familia matara al presunto el mismo día,lo que hoy dabas otro día lo recibías,así parece ser la vida.Sí recuerdo haber sido porteador de aquellas cestas y de otras que ya contaré;bajaba las escaleras volando: los ocho primeros hasta un descansillo cuadrado de madera y los cuatro siguientes a la derecha que eran de igualmente de madera y acababan en un descansillo de losa;los ocho escalones restantes eran y siguen siendo de piedra acabando en el portal que da reparto a cuatro piezas: portalón a la izquierda ,cuadra a la derecha,al frente la carbonera y la bodega que esá bajo la misma escalera y cuya puerta está junto al inicio o final de la escalera dependiendo de si se sube o se baja;a medida que uno crecía se bajaban de cuatro en cuatro y afortunadamente sin lesiones hasta la fecha donde ya de uno en uno no está mal.

24 diciembre, 2006

La matanza del cerdo

Llegó el invierno,los días son cortos y se pasa más tiempo en la cocina y como no, en el fogón, encima de una manta ya que los azulejos son frios y nada confortables para las nalgas;siempre con cuidado de que la manta no se acercara a la plancha y se quemara.
El ordeño de la tarde se acababa de noche aunque se iniciara al caer la tarde;se repitían los ruidos de las mañanas con los calderos y las perolas;el abuelo en el pajar había ido sacando hierba de la peña para dar sulenta cena a nuestras vacas;había liberado ya las boqueras del pajar y también la puerta frente a la cocina que da al final del pasillo donde se entrenaba uno con el tacatá en los pinitos de bipedestación.La deshoja había procurado una buena pila de panojas que se oreaban en el balcón;cada noche la familia desgranaba un cesto de ellas y el menda a jugar con los garojos y en cuanto tuvo habilidades participaba del desgrane;a medida que el grano tapaba las panojas había que sumerger la mano en el maíz en busca de las últimas;siempre había cierta competencia y encuentros con otras manos en aquel submundo de grano y un ¡la pillé yo!;la abuela preparaba la cena,como siempre, de los suyos incluyendo al cerdo.
Durante la cena mi madre comenta que pasado mañana se bajarían a la tía de suso;se la prepararía mi habitación y yo a dormir con el abuelo mientras esté en nuestra casa durante la matanza;se ha roto la MONOTONÍA del otoño y del inicio del invierno.Todos asienten y cada cual se encargará de unas u otras cosas;mi padre avisará al matarife;hace unos días se trajo a la cuadra un carro de rozo:hierba con abundantes helechos y algún escajo que se usará para quemar las cerdas del presunto una vez haya dejado de berrear en el tajo.Se habían traido tripas que se compraban en otro pueblo del que ya contaré como íbamos y veníamos en otro momento.En la habitación adjunta a la cocina o trastero que era bien amplio,se desarrolló una actividad inusual sacando y limpiando barreños,se ponía a punto la máquina de triturar carne y hacer chorizos,morcillas; creo recordar que aquella máquina rotaba por las casas de los vecinos;se trataba de tenerlo todo listo para que a la experta en manejar las especias no le faltara nada esencial:como pimienta,orégano,tripas,cebollas...el día previo a la matanza la cocina parecía una fábrica donde había muchos recipientes con distintos contenidos y de donde las cebollas nos hacían poner distancia con grandes lagrimones;no era el mejor sitio para estar aquella noche, que una vez más dormiría con el abuelo, pero con gran inquietud por no perderme nada de lo que sucedería mañana,el día más importante vísperas de la Navidad;se prepararía la despensa de todo un año en menos de setenta y dos horas.
Podríamos resumir la matanza en preparativos previos,el día D y la probanza;vayamos con el día D.A la cuadra se podía y se puede acceder desde el pajar por una escalera de madera que cae justo a la gran puerta de la cuadra y que da a la fachada principal;también se accedía a la cuadra desde el portal adjunto al portalón,subiendo tres peldaños;quedaría el cortijo o residencia del cerdo a la derecha de la entrada y la pila de rozo a la izquierda;se caminarían unos pasos,los que daría el cerdo el día D,de frente y luego se giraría a la izquierda quedando al frente a la gran puerta de la cuadra y quedando a la espalda el estercolero; en ese paseillo entre la gran puerta,cercanos a ella y a tres pasos de la escalera de acceso al pajar y el estercolero al fondo, se realizaría el ritual anual del sacrificio del cerdo.
Con más motivos de los habituales el día del sacrificio me desperté cuando el abuelo dejó de darme calor;salté de la cama casi que atropellando al abuelo;los detalles de vestirme,asearme,desayunar,etc quedan tapados por lo que sigue:me apostaba en el pajar y bajaba por la escalera a la cuadra,subía y bajaba a controlar imnumerables veces si había llegado el personal que se encargaría de sacar al cerdo de la chonera, acercarle al tajo, sujetarle, matarle, chamuscarle la piel, abrirle en canal y descuartizarle minuciosamente para que nada tocara el suelo; la sangre se recogía en un caldero;todo iba a las maseras de madera:las tripas,las vísceras:pulmones,corazón,hígado;de allí uno no se movería hasta que no estuviera repartido y bien partido todo el cerdo y puesto a buen recaudo.
Los momentos más cruciales,cuando había varios adultos tomando la decisión de empezar el ritual,me creaban gran ansiedad;me recuerdo,con las palmas de las manos entre los muslos,frotándolas mientras me alejaba y me acercaba en el pajar a la escalera;bajaba unos cuantos escalones,los justos para ver como unos adultos,uno con un gancho se metían a la chonera donde ya antes de que esto ocurriera ,se movía inquieto el cerdo y berreaba más de lo normal intuyendo que había llegado su San Martín;los berridos aumentaban, como no,cuando le pinchaban el gancho en el pescuezo y tiraban de él mientras otros lo empujaban por detrás y prácticamente en volandas lo ponían en el tajo donde se le sujetaban las cuatro patas,el cuerpo y la cabeza,dejando espacio al matarife para que pinchara en el cuello buscando los grandes vasos, de donde surtía con fuerza un chorro de sangre que inicialmente acertaba a esquivar el caldero y manchar el suelo y al matarife,sino a más personas;a pesar de la gran tensión interior con manifestaciones externas que me provocaba tal escena no podía evitar el contemplarla;se repetía año tras año la misma situación;la matanza dejó de hacerse antes de que me hiciera adulto y no participé activamente en ella,siempre fuí espectador,hasta que me hice adulto y participé en otras escenas menos sangrientas pero igual de violentas que me rememoraron a partir de algún momento la matanza del cerdo y como no, me crearon siempre gran ansiedad.

18 diciembre, 2006

Carreteros a jornal

Habrá quien piense que los transportes siempre se hicieron por carretera,ferrocarril,mar y aire.En la década de los ciencuenta ya había una carretera local que unía dos carreteras nacionales;las carreteras locales se hicieron a principios del siglo XX y alguno de los abuelos del pueblo trabajaron en su construcción y nos lo contaron,aún faltaba mucho tiempo para que llegara el alquitrán;muy parecido el aspecto a als camberas;mucha piedra y poc tierra para que resistieran el futuro:los camiones de seis,nueve toneladas.Sustituyeron a los caminos reales, entre ventas, que eran estrechos y casi unidireccionales a duras penas; se plantaron plátanos de indias para tener sombra cada cierta distancia en los días de calor extremo;era habitual hacer andando varios kilómetros para ir de pueblo en pueblo o hacer el camino en el carro tirado por una pareja de vacas en unas zonas y de bueyes en otras;en ocasiones eran un refugio para la lluvia si bien quien se resguarda debajo de hoja dos veces se moja,así al menos reza el refrán.Aún recuerdo con qué carretero y como se hizo el camino un día de lluvia de un armario que aún anda por casa;la jornada se hizo por unas perrillas y una comida;hice compañía;nos calamos ambos pero el armario bien tapado sobrevivió a aquel pequeño diluvio que nos complicó y bastante la mañana.Afortunadamente llegaron otros tiempos,la fábrica y el trabajo estable,la pareja,los hijos y una vida digna lejos de la temporalidad escasa y sin futuro para los jóvenes en aquel medio rural donde acaba de fallecer su madre tras una larga demencia senil;descanse en paz y encuentre consuelo en nuestro segundo hogar. Aquella mujer con varios hijos varones se las tenía que ver con el sueldo de un obrero y los jornalillos de los chavales en trabajos muy puntuales.

06 diciembre, 2006

Prestaciones o ir a caminos

No se trata de lo que un ciudadano tiene derecho a recibir de la seguridad social o de los servicios sociales que son cosas del futuro y muy modernas.En la vida rural los ciudadanos tenían el deber de contribuir al mantenimiento de las camberas y regatos que desviaban las aguas hacia las fincas particulares evitando que se deterioran los caminos cuando las lluvias apretaban.Por aquel entonces aú no se cotizaba para el subsidio de vejez y por supuesto los ancianos que no habían trabajado en la industria o las fábricas malvivían;no recuerdo a nadie con pensión en los cincuenta;creo que no existían esas cosas al alcance de mi vista al menos.
El presidente,padre de un montón de hijos y el tesorero,mi abuelo decidían que camino había que arreglar ese año.Se marcaban tantos trozos, de tres a cuatro metros de largo,como familias había y se ponían unos plazos para hacer la faena que se cumplían sin rechistar;no se necesitaba a la guardia civil,era cuestión de orgullo,de honor,de no ser menos que el vecino,de autoestima,del deber cumplido...o de saber que nos beneficiaba a todos estar todos en el ajo...piensen ustedes otras razones de tal puntualidad germánica...quizás restos del imperio español del siglo anterior,jeje.
En aquella faena participabamos hasta los mocosos y nadie hablaba de abusos infantiles;imitar a los mayores y poder usar una maza pequeña,no la de los adultos,era una faena que nos encantaba;picabamos cuatro piedras y estorbábamos más que ayudábamos pero nadie nos tiraba de allí.Los carreteros se encargaban de traer piedras y tierras y los demas de esparcer y allanar a mazazos el rectángulo que nos había tocado en liza.
Con el tiempo se consolidaba el suelo y era inevitable que siempre surgiera una pequeña loma central en el camino y dos hundimientos laterales paralelos donde nunca faltaban algunos baches en los lugares donde peores materiales se pusieron,claro.

05 diciembre, 2006

La casa

Las casas deben estar orientadas de forma que el sol del amanecer ilumine al menos dos paredes,la este y la sur;la balconada debe dar al sudeste si se puede;el poniente ha de calentar la fachada principal al oeste y la pared norte que deben estar lo más recogidas posible al gallego;el gallego es el viento del noroeste que suele acompañarse de ceñiscas importantes y maltrata tanto a los tejados como a las paredes.
Las paredes han de tener una cubierta y nuestra casa la tenía de una argamasa que se hacía con arcilla y cal y que aún se conseva en el portalón;todas las paredes de piedra se complementaban con este material y luego se blanqueaban con cal.Esta forma de construir era vistosa pero debió de favorecer el que las casas fueran húmedas y se oía hablar de la tisis más de lo recomendable.En un futuro se pondría de moda retirar la arcilla y dejar la piedra al descubierto y a su alrededor rellenar las juntas de argamasa de arena y cemento.Esta forma de proceder disminuía la humedad que la piedra pierde tan rápido como la coge y en las paredes exteriores no desmerece e incluso gusta a la vista;en los interiores oscurece demasiado las piezas y habrá que usar iluminaciones de diseño para que no parezca una cueva la estancia.
Delante de la balconada debía estar el corral que era franqueado bien por unos cobertizos que aumentaban el tamaño del corral al no tener pared en el lado que da a la casa o en su defecto por unas piezas de cuatro paredes que hacían las veces de cocheras para las calesas o cuadras o cortijos, según lo que conviniera a sus dueños en cada época.Mientras que el corral de la bisabuela tenía cobertizo,la de los abuelos tenía cuadras y una de elaas había sido cochera y tuvo en su día entrada de arco de sillería y un par de leones,leones que un agosto caluroso y mientras dormíamos la siesta el abuelo malvendió a un avispado comprador y hasta hoy no se volvió a saber nada de ellos.
El portalón al poniente no tenía puertas pero si los surcos en las losas de la entrada marcadas por las llantas de los carros;por esa puerta pasaban los vecinos que sintieron tanto como nosotros la picia de los leones; bajaban tres escalones al corral y siguiendo paralelos a las cuadras salían por otra portalada sin puertas en cuya piedra enteriza de sillería hay una fecha de 1786 en medio de su parte externa.
El portalón era y es de losas de piedra y siempre fué punto de encuentro de las juventudes y hasta una vez lugar de baile el día de la fiesta del pueblo ya que llovió tanto que en la bolera se hundían los tacones.Las golondrinas solían repetir al menos un nido por año en una de las grandes vigas donde había unos clavos que favorecían el asentamiento de sus amasijos de barro.
La parte este y norte,la huerta, rodeada de una alta pared de piedra y la casona con la que se lindaba ya desaparecida se sustituyó por una pared más baja y de peor calidad pero que nos permitía ver la bolera antes oculta.La yedra se hacía dueña de las paredes y los pájaros anidaban en ella.Ya no van las golondrinas,el asfalto y la higiene vacuna acabarón con los mosquitos,su principal fuente de alimentación.Pasó lo mismo con los sapos cancioneros,apenas se oye alguna rana nocturna en el riachuelo cercano de donde el cangrejo también se esfumó.No solo los humanos se me han esfumado.

04 diciembre, 2006

El abuelo cincuentón

Usaré palabras inexistentes para llamar como Dios manda a mis güelos,güelo y güela, palabras que no encontrarán en los diccionarios, eran los sonidos con los que yo me dirigía a ellos o los citaba cuando hablaba con otros de sus cosas. Dicho esto calculo que si mi madre nació en 1934 y mi abuelo pasó casi 30 años en Cuba y nació en 1898,su tio Antonio,el cubano, se lo quitó de encima a los calgueños cuando tenía entre seis y ocho años.Sí que debía ser muy niño cuando partió el día antes de embarcar de su aldea y durmió en una pensión cerca del puerto;lo de dormir,mi padre se reía a carcajada limpia cuando lo contaba,no era del todo seguro que durmiera ya que antes de acostarse se fué al baño y tiró de una cadena y salió tanto agua que corrió asustado a la cama que le habían asignado tapándose mientras decía:con todo el agua que está saliendo nos ahogamos.No sospecharía que la mar era tan grande y que pasaría en ella unas semanas sin ahogarse.
De su estancia en Cuba pocas cosas oí;comentaba a veces que los americanos eran todo dinero y no tenían sentimientos;la corrupción era total en el primer tercio de siglo XX desde que España perdió la guerra de Cuba y Filipinas en 1898, por lo que decidió volver a la península;tuvo que apalabrar con un socio gallego la liquidación del negocio que regentaban a medias y siempre dijo que el gallego cumplió honorablemente.Deduzco que se dedicó allá al comercio desde que llegó;lo haría trabajar el tio de pinche en sabe uno donde hasta que se independizó.No quiso, tras una venida breve con segunda vuelta, volver por tercera vez a Cuba una vez que falleció su tio que al parecer dejó fincas allá;mi madre sospecha que no se atrevió a pesar de la presión de la familia primaria y no recuerda los motivos de tal resistencia o si alguna vez los oyó no los recordó para pasarlos en la tradición oral familiar.Algunos secretos debió llevarse a la tumba el abuelo donde no pudo evitar un borrón por culpa de sus descendientes que muchos años más tarde no hemos corregido el error del seputurero...es gramatical,no se vayan a pensar cosas raras.
Al principio de la década de los treinta ya de vuelta y muy chuleta con su traje de domingo con chaleco,sombrero y el puro habano de los domingos por la tarde, cayó en los encantos de la abuela y no tuvo mejor idea que comprar la casa junto a la futura suegra,mi bisabuela;le costó nueve mil quinientas pesetas de entonces, con huerta incluida e inquilinos;la casa tiene añadidos arriba y a los lados donde vivieron familias en condiciones medievales hasta la década de los sesenta.No conocí unos magnolios delante de la portada principal donde ahora el Ayuntamiento se ha adueñado de la plaza por todo el morro cuando durante décadas se autorizó a vecinos construir en terrenos públicos y darles hasta un trozo de jardín.También los abuelos vivieron en condiciones medievales;siempre recuerdo que había luz,aunque pobre de brillo;el agua al balde los domingos, donde se aseaba el abuelo y donde la abuela lo vestía de fiesta;le permitía ir a la partida después de la comida y seguía fumándose el puro en la taberna;la fiesta social se acababa para el ordeño de la tarde noche.La acometida de agua la recuerdo con detalles propios y otros añadidos.Las zanjas se hicieron por el medio de las camberas o caminos del pueblo que nada tiene que ver el nombre con las trampas o cestas de coger cámbaros.Para llegar a la casa del abuelo hubo sus más y sus menos con el alcalde en la primera fase,lo solucionó la bisabuela que tranquilizó a mi padre más cabreado que una mona y pasó la zanja por la huerta que lindaba con la nuestra y por fín llegó el agua corriente que exigiría obras de adaptación de las antiguas construcciones así como zanja en nuestra huerta y por fin grifos que se abrían y cerraban en el pozo de la huerta que serviría de lavadero,aún no habían llegado las lavadoras y se lavaba en el pozo comunal blanqueando con añil las prendas blancas.
Durante unos años hubo una criada que acaba de fallecer en estos días.Quiero suponer que mi madre,hija única, una vez aprendió a hacer las cosas del día a día, sustituyó a aquella y quizás fue el motivo de que nunca se plantearan sacarla a estudiar lejos del pueblo.La abuela tuvo algún problema en el parto casero y no pudo volver a concebir,en esa época lo típico eran las familias numerosísimas y era atípico tener solo un hijo;lo que pasó nunca lo supe,la abuela quedó tocada por la infertilidad;tampoco se hablaba de ese tema demasiado,no era agradable recordar...Además de no tener famila numerosa mis abuelos,no sé porqué,no tuvieron perro cuando todos los vecinos tenían uno o más;tampoco tuvieron pareja o yunta de tiro o dos vacas preferentemente tudancas o suizas,que se uncían juntas al yugo para tirar de lo que se les pusiera al sobeo,fuera un carro,una rabona,un arado,un rastro...Sospecho que mi madre pasó pronto,de muy niña a ser criada y al igual que la abuela no salió del pueblo, pudiendo haber ido a estudiar como hicieron otras primas.No sabremos los motivos de este desliz o desacierto de los abuelos;los platos rotos los pagó mi madre que a pesar de todo se ha defendido aceptablemente en la vida pero con esa púa en el corazón.
En el pueblo además de vacas,de oídas sé que se criaron caballos en los pastos de los montes vecinales y ovejas a medias con otras familias.Mi abuelo no se si era bueno porque sí o porque no quería lios;lo engañaban sistemáticamente y se dejaba;todos tenemos derecho a comer,solía decir como si de Besteiro se tratase,por algo le apodaban así,lo admiraba;en todos sus negocios a medias ponía las pérdidas;si prestaba no recaudaba;ponía más sentimiento que los americanos e hizo el bien sin mirar bien a quién;nadie es perfecto aun siendo hombre de buenas costumbres y si alguna vez no lo fué en su Cuba Juvenil,nunca lo supimos.Creo que debiera haber sido un caballero feudal con sus obligaciones con los suyos,familia y vecinos y casi sin derechos.Yo comía la sopa boba,uno más que se aprovechaba de su existencia;no parecía decirlo para ofender,solo con un poco de socarronería que no solo no me disgustaba;me gustaba presentarme a poner la mano para seguir comiendo de la sopa boba y si era domingo algo caía;si no era fiesta la mano nunca se ponía.

21 noviembre, 2006

La bisabuela

En el invierno de mil novecientos sesenta y uno falleció la bisabuela con 86 años y con ella un estilo de vida que intentó perpetuarse durante décadas allí,en su tierruca y en otras partes del País con el consiguiente fracaso.Murió un estilo de vida que se prolongaba desde el siglo diecinueve y que apenas ha llegado al veintiuno. Lo entenderán muchos lectores si cuento al revés parte de su biografía o con cierto desorden.Tuvo sus hijos a caballo entre los siglos XIX y XX; a casi todos se les puso una maleta para emigrar;mi abuela se crió con unas tías en la villa de arriba que en castellano antiguo se denomina Suso en contraposición a la de abajo o Yuso.No había cabida en el pueblo para todos los hijos;lo que se repetía en las demás familias del lugar. Tampoco parecía haber cabida para las nietas;solo mi madre que se casó en 1953 con un obrero de la industria de una zona cercana y que se adaptó bien al lugar permaneció durante décadas donde nació;si hubiera sido de otro modo el menda se hubiera criado en cualquier barrio de cualquier ciudad emergente española donde hubiera fundiciones o industria relacionada con la locomoción.
La bisa vivió en el pueblo y viuda los últimos años; en ellos se acompañó de una criada que la ayudaba en las faenas agrícolas y ganaderas;la hija que más cerca tenía era mi abuela;la tapia de nuestra huerta acababa en el corral de la bisabuela;lindábamos con una de sus tres huertas que rodeaban su casa;tenía otra hija en el pueblo bien situada;de los otros cinco hijos que partieron para Cuba,tres se quedaron allá y dos varones que volvieron se establecieron,uno lejos de la tierruca y el otro lejos pero en la tierruca superó los cien años y se adentró por los pelos en el siglo veintiuno.La bisabuela era autosuficiente,creo que el modo de vivir se denominaba autarquía,se abastecía de todo siendo propietaria de sus tierras y casa; fue una de las primeras cooperativistas de la región contribuyendo en la primera fábrica de productos lácteos de la montaña y era la única que fué o debió ser fiel a dicha cooperativa;al menos era la única que depositaba la leche en aquella empresa en nuestra aldea, el resto se repartía en otras tres empresas,multinacional una y locales o regionales las otras.
Sus huertas,cuando tenían frutos maduros, abrían sus puertas a mi padre los domingos después de la misa y antes de la comida.Me dejaba acompañarle y hasta subirme a la higuera o breval con él, donde además trepaba una parra con hermosos racimos de uvas; en un cesto de mimbre cogíamos lo necesario para el postre de un día de fiesta;de las uvas e higos íbamos a los ciruelos;me encantaba coger unas ciruelas picudas que llamaban de cojón de fraile;imagínense el morbo que para un niño tenía tan guarro nombre de un producto tan sabroso .Era todo muy especial,mi padre estaba presente y no en sitios extraños,"la fábrica", a donde iba de madrugada y volvía al anochecer y no siempre me traía los cuentos que le pedía,pero que importaba eso cuando ambos estabamos en la higuera de la bisabuela tan felices.
Las habitaciones de la casa de la bisa tenía olores especiales,a frutas, como manzanas, peras, membrillos;en las huertas había frutales que empezaban a dar frutos maduros a finales de junio por San Juan,otros en julio,agosto,septiembre que se consumían sobre la marcha del día a día y otros que se llamaban de invierno,cuyos frutos se guardaban en canastas bajo las camas;se vigilaban par evitar podredumbres masivas,ya saben ,apartando lo malo de lo bueno;se tiraba de dichos frutos hasta que se acababan..y ¿de los sacos de nueces?..en otro momento pues tiene historia el tema.
Y la noche que falleció la bisabuela cuando yo no tenía aún los siete años fué especial;dormí con las lozanas hermanas mayores de mi amigo de correrías de nuestra época preescolar y escolar;toda una novedad que me hizo olvidar que algo triste estaba sucediendo;La mortaja la hizo a la mañana siguiente la madre de mi amigo,que a su vez fue comadrona bien mordida en el parto en que mi madre me trajo al mundo con el tabique nasal roto.Nos hizo besar a la bisabuela y nos dejó tocar la verruga que la colgaba entre el entrecejo y el nacimiento de la nariz; en vida no hubieramos osado tal travesura.Descanse en paz.

La vida del cochino

Una tarde cualquiera de primavera aparecía por el vecindario el camión de los gorrinos;el camión tenía diversos compartimentos ocupados por camadas de distinto tamaño según los meses que tuvieran;rápido se corría la voz y el señor exponía su mercancia a quienes se interesaban por ella;si alguien no se decidía aquella tarde podía tranquilizarse,el señor anunciaba que volvería en un par de semanas con más camadas;nos sorprendía que solo vendiera machos;entendíamos que aquellas camadas que ponía a la venta habían sido criados por una hembra,mas nunca veíamos tal escena en nuestra aldea.
Cada vecino seleccionaba al cochino según tamaño ,el precio y se supone que cada cual hacía sus cálculos sobre el estado de las provisiones de la matanza del año anterior.Comprado el cerdo pasaba a los cortijos donde no les faltaban tres comidas al día.

Un tiempo después aparecía por la aldea el capador que hacía su faena de casa en casa sin omitir ninguna;se decía que los cochinos destinados a la matanza debían ser castrados para mejor sabor de sus carnes y nadie osaba ahorrarse las perras de un acto tan ruidoso.

El resto del año al cochino se le oía en la oscuridad del cortijo,apenas se le veía en su oscuro espacio rodeado de una empalizada alta,una puerta que el animal traspasaba pocas veces en su año y pico de existencia;bajo la empalizada frontal estaba el cocino,una hermosa piedra arenisca casi esférica con un hoyo en la parte superior donde se depositaba la comida y donde solo era visible el morro del presunto alimentándose.

Pasarían meses hasta que en torno a la Navidades se presentaran días que cambiaban por completo la rutina del otoño ya acabado y el invierno recien estrenado.Y las noticias, buenas o malas, como siempre se oían en la cocina y para el cerdo no eran buenas.

20 noviembre, 2006

Una cosa lleva a la otra

Hace un momento que han sonado las campanas;la campanera,una María más de las muchas que en el pueblo abundan,no falla nunca;apenas hace sombra la fachada de la casa;han dado la una del mediodía y es costumbre reunirse para la comida.Hay que avisar al abuelo, que por indicación del cirujano, que le operó de la úlcera de estómago cuando era joven,no se pierde la siestecilla previa al buen yantar desde que tengo uso de razón,que digo,bastante antes ya había memoria de tales buenas costumbres a las que se añadía la mía de acercarse de una corrida a la habitación que tenía ventana al balcón y decir lo suficientemente alto y no ofensivo:"abuelo a comer".
El abuelo me decía que no siempre se dormía,pero seguía las instrucciones del médico al pie de la letra,porque lo pasó mal en aquellos días que acabaron con él en el quirófano y no le quedaban ganas de repetir aquel camino....y después de comer repetía otra siestecilla.
La lumbre había permanecido encendida desde las primeras horas de la mañana;el primer plato se había cocinado en la tartera a fuego lento,una vez más próxima al lugar de la plancha más caliente y otras retirada a lugares más templados.En años posteriores llegaron primero la olla expres,falleció la campanera y después el gas butano;el fuego dejaría de mantenerse toda la mañana;se pasarían menos tiempo en la cocina nuestras abuelas y madres;la cocina se convertiría en un resoplar con el permanente temor de que aquello reventara alguna vez como decían que había pasado en no se qué sitio.La campanera vivió junto a la fuente de tres caños a la que íbamos a por agua con el botijo antes de comer;en los años sesenta se metió el agua en casa pero se conservó la costumbre de ir con el botijo a la fuente durante muchos años después de la acometida y sobre todo se apreciaba este gesto en verano.
A la comida acudía también el gato;era negro con alguna estrella blanca en la cabeza,aparecía por la ventana que daba a la huerta;si estaba cerrada se hacía oir con un miau mientras meneaba la cola en alto y no faltaba quien le abriera;saltaba al suelo y buscaba su plato de leche,luego se movía bajo la mesa entre nuestras piernas a la espera de que le callera algún sobrante, que no solía faltar.Las sobras que el gato no era capaz de engullir se reservaban para el chon,palabra que se le escapa al diccionario de la Real Academia...cerdo,puerco... u otro de los muchos nombres con que se denominaba al gorrino,marrano...;pero éste no solo comía sobras;se le preparaban cocidas a la plancha patatas solas o con castañas y antes de bajar sus manjares al cocino de su chonera o cortijo en la cuadra,la abuela le añadía unos puñados de tercerilla;era una especie de harina de algún cereal de cuyo nombre no me acuerdo,bueno sí, se llamaba salvado y era el resultado de la molienda de las cácaras de cereales;se guardaba en un arca de madera en el cuarto trastero adjunto a la cocina;el arca era casi del exclusivo uso de la abuela que se manchaba sus manos de aquel polvillo blanquecino que cogía en sus manos y tras esparcerlo en la superficie del recipiente, revolvía con cuchara de madera si humeaba o con sus propias manos que usaba como termómetro;tanteaba de esa forma no quemar el morro al cerdo, dando una comida no excesivamente caliente a quien en un futuro no muy lejano nos procuraría sabrosos platos...pero llevará su tiempo llegar a ellos.

06 noviembre, 2006

El fuego y la sal

No nos engañemos,no todos los días me despertaba el ruido de los calderos;muchas veces el ojo se abría sin saber porqué o bien podía coincidir con ruidos en la calle;no podríamos asegurar si el ruido hizo de despertador o coincidió este con mi despertar.Con los ojos aún cerrados el oido localizaba los ruidos que más interesaban y si estos procedían de la cocina no era menester que a uno vinieran a tirarle de la cama;en un periquete,descalzo,me plantaba a ver las cosas que hacía la abuela;aunque no lo parezca tengo padres;la abuela había vertido del caldero de leche a la tartera la cantidad que estimaba necesitaríamos para el consumo del día y la depositaba en la plancha de la cocina;a veces llegaba cuando ya estaba la lumbre en marcha, pero en otras ocasiones uno de los ruidos que me despertaban eran los provocados en la plancha por las tapas,circular la central con un agujero en medio por donde se introducía el gancho que servía para apartarla y dejar al decubierto el interior del hogar;por allí intoducía unas astillas de maderas diversas,finas o menudas unas y otras más grandes que exigían a veces desplazar con el gancho la segunda tapa para facilitar su acomodación en el futuro fuego que conseguía con una cerilla y un trozo de papel;pero no corramos tanto,previamente había que ajustar el tiro en la pared frontal;si era demasiado amplio daba paso a demasiado aire y este apagaba la débil llama de la cerilla;si el tiro era demasiado pequeño se conseguía un fuego con tanto humo retornando a la cocina que tosíamos todos;rápidamente ajustaba el tiro, una vez el fuego se consolidaba añadía unas paletas de carbón con cuidado de no apagarlo,ponía las tapas y se dedicaba a otra cosa. No se la olvidaba poner sal a la leche cuando esta subía y subía antes de hervir y si me parecía que se la pasaba tal operación se lo recordaba, no fuera a derramarse por la plancha;a veces ocurría y el olor de la leche quemada no era desagradable;solo el inconveniente de tener que rascar y limpiar la plancha;el ruido de la sal sobre la leche espumosa siempre me encantó;claro está, si quien lanzaba la sal era la abuela;ponerla yo no debía ser muy interesante,no recuerdo si alguna vez lo hice;sospecho que no me hizo falta;la abuela vivió hasta los noventa y dos y solo los últimos años deshizo el camino aprendido y practicado toda su vida;realmente había mil motivos para quererla....estas cosas que nunca se dicen y que durante años las abuelas dudan de si son o han sido seres queridos por los suyos.

04 noviembre, 2006

Lluvioso

Despierto con el ruido de los calderos en la entrada de la cocina y el agradable sonido de los goteriales golpeando el suelo del corralón;se presenta un día lluvioso; me haré un ratito el remolón...bueno quizás me levante ya y llegue a tiempo de ver a "Lucero" si bien necesitaré un paraguas...mejor voy a apoyar a las vaquiñas.
El ruido lo ocasiona ambos abuelos que se han puesto en marcha para su primera faena de la mañana; ordeñar al calor de la cuadra; quedaría mejor establo pero esa palabra tardó en llegar a mi diccionario;las cuadras son locales calientes no por el calor humano; dos factores contribuyen a que sea un sitio agradable cuando la mañana es fresca, las vacas y el estiercol...no se asusten,el olor del estiercol se diluye con los primeros y sonoros chorros de leche que las hábiles manos de la abuela saben sacar tan requetebien de las ubres de las vaquinas en pleno agradecimiento por tanto alivio y tanto placer. Algunas veces me dejaban apoyar las tetas, consistía en tirar de ellas con dos dedos suavemenete hasta que empezaba a surgir el líquido elemento caliente y blanco; una vez mojados los dedos, mojadas las tetas y preparados los ubres para ser exprimidos empezaba la labor de los adultos que habían de tener buena muñeca; al menos la mía se cansaba pronto.Sentados en el banco con un caldero de latón entre las piernas y atento a no ser pisado por las patas de la rubia o de la compañera de atrás, ni ser sacudido con el rabo un tanto guarrilo en pleno rostro, se iniciaba primero una mano a una teta, luego la otra mano a otra teta hasta que no salía ni gota; acbadas las dos primeras se seguía con las segundas; se hacía algún descanso para vaciar en la perola la leche espumosa y caliente; se evitaban derrames poco rentables en extraños movimientos no controlados; los buenos ordeñadores llenaban el caldero hasta el borde y solo entonces se apartaban del tajo para vaciar el contenido en sitio más seguro, la perola con tapa para que el gato no metiera sus narices donde tanto le convenía.
Hacer de ayudante era solo un juego y otras cosas me gustaban más;solía encargarme de ir a por el pan desde que dejé de gatear y podía con una primero y luego con dos tortas;en otro momento saldré a por el pan: hoy llueve y el espacio es más limitado, no convendrá dejar la casa; pasaré un rato delizandome por la barandilla de la escalera, hasta que se me calienten las entrepiernas; luego veremos si hay suerte y no necesitan mi ayuda con el calderillo que no cupo en las perolas y evito ir al depósito.Hace un día casero.

30 octubre, 2006

Deshoja tras la recogida

Decían los mayores que el maíz procedía de América; el abuelo también vino de América; al menos eso contaba la abuela; al parecer fue y volvió un par de veces entre 1906 y 1926, no le dieron más ocasiones o no quiso probar una tercera vez; algo tendría que ver en aquellas idas y venidas la abuela, las flechas y los yugos; no parecía que el abuelo estuviera descontento sembrando maíz y haciendo praderías de las tierras de cultivo.
Durante el verano los abuelos despuntaban los panizos verdes; eran las puntas y hojas del panizal un buen forraje; no se les oía hablar, solo el ruido de moverse por el maizal y más aún al acercar a la orilla del sembrado pequeños coloños que se iban amontonando.El verano se encargaba de secar lo que quedaba, panizo y panoja;en octubre se recogía la última, se cortaba el panizo ya seco y se quemaba en montones.
Estas faenas me las perdería en el futuro y sobre todo la deshoja en la cocina, sí, en la cocina.No os podéis imaginar la cantidad de cosas que se hacían en las cocinas....

09 octubre, 2006

Entre la Virgen del Camino y San Mateo

Desde los tiempos de María Castaña, la escuela en aquel año de 1963 se iniciaba entre el 8 y el 21 de septiembre, como los años previos y como los venideros; nada parecía haber cambiado a mi alrededor pero se me prohibió ir a la escuela; en buena hora acepté la propuesta A o ¿la B?...durante unas tres semanas me quedé más solo que la una durante el horario escolar y tuve que organizar mi tiempo hasta que los demás salieran de la escuela bien para comer o para merendar; a partir de la merienda tenía con quien compartir el tiempo y el espacio; la comida la hacía cada cual en su casa y no había mucho tiempo para devaneos...
No tenía demasiadas preocupaciones un mocoso de nueve años cumplidos el día de San....bueno otro Santo más; las preocupaciones empezaron cuando el mes de septiembre iba cayendo y se acercaba el fatídico día en el que te cambia la vida para siempre.

06 octubre, 2006

Nº 165


La tarde del tres de octubre hacía sol e invitaba a estar en el balcón y en él se encontraban la madre y la abuela de un niño que las miraba con no poca inquietud; estaban bordando con hilo y aguja las últimas prendas compradas unos días antes para que nada le faltara o se perdiera en el nuevo destino del nene; decisión tomada por sus mayores que le dieron opción A..tal cosa y opción B..esta otra cosa..¿no hay más opciones?, preguntó el niño..no hay recuerdos de si hubo respuesta...si hay recuerdos de que optó por la opción que exigía ponerse a bordar con presura en el balcón de los recuerdos vísperas de San Francisco.