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06 noviembre, 2006

El fuego y la sal

No nos engañemos,no todos los días me despertaba el ruido de los calderos;muchas veces el ojo se abría sin saber porqué o bien podía coincidir con ruidos en la calle;no podríamos asegurar si el ruido hizo de despertador o coincidió este con mi despertar.Con los ojos aún cerrados el oido localizaba los ruidos que más interesaban y si estos procedían de la cocina no era menester que a uno vinieran a tirarle de la cama;en un periquete,descalzo,me plantaba a ver las cosas que hacía la abuela;aunque no lo parezca tengo padres;la abuela había vertido del caldero de leche a la tartera la cantidad que estimaba necesitaríamos para el consumo del día y la depositaba en la plancha de la cocina;a veces llegaba cuando ya estaba la lumbre en marcha, pero en otras ocasiones uno de los ruidos que me despertaban eran los provocados en la plancha por las tapas,circular la central con un agujero en medio por donde se introducía el gancho que servía para apartarla y dejar al decubierto el interior del hogar;por allí intoducía unas astillas de maderas diversas,finas o menudas unas y otras más grandes que exigían a veces desplazar con el gancho la segunda tapa para facilitar su acomodación en el futuro fuego que conseguía con una cerilla y un trozo de papel;pero no corramos tanto,previamente había que ajustar el tiro en la pared frontal;si era demasiado amplio daba paso a demasiado aire y este apagaba la débil llama de la cerilla;si el tiro era demasiado pequeño se conseguía un fuego con tanto humo retornando a la cocina que tosíamos todos;rápidamente ajustaba el tiro, una vez el fuego se consolidaba añadía unas paletas de carbón con cuidado de no apagarlo,ponía las tapas y se dedicaba a otra cosa. No se la olvidaba poner sal a la leche cuando esta subía y subía antes de hervir y si me parecía que se la pasaba tal operación se lo recordaba, no fuera a derramarse por la plancha;a veces ocurría y el olor de la leche quemada no era desagradable;solo el inconveniente de tener que rascar y limpiar la plancha;el ruido de la sal sobre la leche espumosa siempre me encantó;claro está, si quien lanzaba la sal era la abuela;ponerla yo no debía ser muy interesante,no recuerdo si alguna vez lo hice;sospecho que no me hizo falta;la abuela vivió hasta los noventa y dos y solo los últimos años deshizo el camino aprendido y practicado toda su vida;realmente había mil motivos para quererla....estas cosas que nunca se dicen y que durante años las abuelas dudan de si son o han sido seres queridos por los suyos.

1 comentario:

  1. Quizás conociera el fuego en el suelo de las cocinas o a medio metro de altura,los recipientes en un trípode encima del fuego recibiendo directamente el calor;es anterior a los hogares cerrados con planchas;la chimenea una gran campana llena de hollín así como los techos...otros tiempos y otras formas de vivir.

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