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31 enero, 2007

Lucero



Lucero: ¿Del alba?,¿algo que ver con ver las primeras luces del día?;los astrónomos denominan lucero a una estrella al este,Sirio, visible en el horizonte justo antes del amanecer y después;ya los egipcios se percataron de que un día al año se veía justo un instante antes de salir el sol y a partir de esta observación se plantearon crear un calendario.Pero no escibiré sobre una estrella;en estos momentos el honor de los recuerdos se lo concederemos a un caballo,el caballo del panadero que día a día hacía la ruta de los rios;subía al trote y dejaba su carga en los puntos de distribución que su dueño había negociado con distintos vecinos en distintos pueblos.En verano y en invierno,en primavera y otoño,nunca fallaba;tiraba de un carro con buenos toldos que protegían al dueño de las heladas,nieblas y vientos;cuando el tiempo era malo las riendas dejaban el espacio justo en el toldo para un buen conducir sin tropiezos.
La vuelta a la panadería o al obrador,donde se obraba de noche como se seguiría haciendo pasados los años,se hacía siguiendo la carretera que surcaba los prados rio abajo;un trotecito en un llano,aminorar la marcha en una curva cerrada o en un puentecillo estrecho y cuesta abajo;una frenadita,una pequeña cuesta arriba y el uso con suavidad de una fusta animadora en sus lomos;ese era el discurrir servicial de un buen obrero.A la vuelta hacía de taxi,se negociaba con antelación si estaba disponible tal día y era el medio más cómodo de acercarnos al ferrocarril unos cuatro kilómetros abajo para ir a la ciudad que conviniera para las compras que se planeaban según las necesidades familiares.El viaje en invierno solía ser bastante agradable si bien el frío lograba incordiarnos, no restaba el placer de los olores a pan tostado u horneado que permanecían en el carro indefinidamente una vez dejada la carga;una cosa compensaba a al otra y en la más tierna infancia el viajar con lucero era lo más gratificamente por no decir que era lo único que me gratificaba;había que madrugar,uno era despertado y puesto a punto con presteza y diligencia ante la pereza y somnolencia lógica del abandono de morfeo a la fuerza y con zarandeo si la resistencia era obstinada.Todo ocurría de noche y como lucero veríamos la luz más tarde;lo de madrugar para viajar haría el día más largo y más cansado;creo que no me gustaba demasiado y me costó bastantes pataletas que de poco servieron cuando uno era un mandao.

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